“Rompepiernas”. En Siete Aguas, municipio volcado con
el atletismo y pionero en la organización de carreras populares en la Comunidad
Valenciana, se volvía a proponer una más que interesante iniciativa para los
amantes del running, consistente en recuperar el recorrido original de la
primera carrera popular de Siete Aguas, que con el tiempo derivaría en el Gran
Fondo que hoy conocemos. Este recorrido original poco tiene que ver en realidad
con el del GF actual, pero sí coincidían en la dureza del trazado (esto es
Siete Aguas, ese es el encanto). Pese a que sufrí lo que no está escrito en mi
primera participación en el GF, el punto masoca que llevo dentro me hizo
apuntarme a esta carrera, que iba a suponer un nuevo reto. Pues nada, con toda
la ilusión y ganas de sufrir me planté en Siete Aguas (bastante desierto
comparado con mi recuerdo del Gran Fondo, que no se podía ni andar...), con la
intención de darlo todo. Una vez allí, y tras recoger el dorsal y la camiseta
conmemorativa, compartí los momentos previos a la carrera con el gran Andrés
Cervera, que hizo de excelente anfitrión. De nuevo el municipio volcado con el
atletismo, aunque con bastante menos ambiente que en el Gran Fondo, con muy
buen ambiente en la zona de salida. La carrera no dejaba margen a duda:
recorrido a una sola vuelta, con subida constante hasta el Km 6 (telita...),
después terreno semi llano, con cerca de 3 km de camino de tierra; del 13 al 14
una subida fuerte, y de ahí al final llano con bajada, con una última cuesta en
el km19. Estaba todo estudiado, sólo había que ver hasta dónde llegaban mis
piernas. A las 10:00 en punto se dio la salida, y directamente en subida!!
Después de carca de un Km callejeando por el municipio, cogíamos dirección
hacia las afueras, ya con el perfil ascendente. Poco que narrar hasta el Km 6:
subida constante, dura y sin tapujos. En realidad la pendiente no era muy
pronunciada, pero con el paso de los Km's se hacía pesadísima. Del Km 6 al 8,
el recorrido daba una tregua, aunque aún nos tocó superar varios toboganes,
para que no se nos olvidase dónde estábamos. Ya con un perfil mucho más
asequible, entre el Km 9 y el 12 cambiamos el asfalto por sendero de tierra y
piedras, algo poco común en las carreras populares, pero que se agradecía. De
nuevo en el asfalto, iba mentalizándome para afrontar otro de los tramos con
rampas que nos ofrecía esta entretenida carrera, y como era de esperar, poco a
poco la carretera empezó a coger desnivel bordeando una montañita (perdón por
la descripción, cualquier autóctono podrá definirlo mejor: cerro, colina,
sierra, etc.). A estas alturas de la carrera, yo iba ya totalmente tocado, y la
ascensión era bastante exigente, así que eché el resto para terminar cuanto
antes de bordear la citada montañita (iluso...). Cuando ya empezaba a flaquear
en mi lucha contra el asfalto, vi de refilón que por la “montañita” de enfrente
(más alta aún que por la que estábamos subiendo), subía una carretera hasta la
cima, que daba la sensación que daba al otro lado de la montaña...y por esa
carretera, allá a lo lejos...discurría la carrera: se veían como hormiguitas a
los corredores, los cuales luchaban por no quedarse clavados en la pendiente.
Pues sí, bajonazo total! Cuando yo ya iba pidiendo la hora y necesitaba
urgentemente que se acabara aquello, me encuentro con que estoy a mitad de un
infierno, y que aún no ha llegado la parte más dura. Según continuaba bordeando
la montañita, se confirmaba lo esperado, que esa carretera continuaba hasta
enlazar con la montañita de enfrente. Pues nada, primero una y luego la
otra...después de un giro propio del Tour de Francia, enlacé con la subida
mortal que había visto desde la distancia y con más inercia que otra cosa,
hasta arriba. Tal vez no eran tan duras estas rampas, pero después de lo que
llevábamos encima, 1Km seguido de subida y tan dura, fue demoledor para mi.
Hasta ese momento iba con buenas sensaciones, controlando ritmos; pero una vez
coronado el puerto, iba totalmente roto, por inercia, y lo único que me
consolaba un poco era saber que ahora era todo bajada...(jajajaja). Bajada
todo, sí. Del 14 al 17, el predominio era llano, aunque bien es cierto que con
algunas bajadas pronunciadas, pero también un par de ellas ascendentes ante las
cuales ya no sabía ni qué músculos utilizar para poder subir. Con el calor ya
arreciendo, por fin llegué al Km 17, y ahora sí, la bajada. Eso sí, hasta las
bajadas eran complicadas: un desnivel muy pronunciado que hacía polvo las
rodillas. Además, la carretera dibujaba una herraduras que dificultaban aún más
si cabe la bajada al tener que frenar en cada
curva (bueno, en realidad era difícil para mi, porque me adelantaron un
para de corredores a una velocidad endiablada). A lo lejos ya se oía la
megafonía y el bullicio de la meta, pese a que aún estaba muy lejos. Con unas
molestias terribles en la rodilla, por fin finalicé la tortuosa bajada, en el
mismo momento que afrontábamos la última subida (de unos 400 m.) coincidiendo
con el Km 19. Ahora ya quedaba echar el resto en la subida, tras la cual
teníamos una larga recta llana hasta la meta. Al comienzo de la subida me
adelantaron dos corredores, pero tras unos metros empecé a encontrarme bien y conseguí
recuperar la posición. Con buenas sensaciones, llegué al llano y apreté todo lo
que pude. Pese a esto, uno de los corredores que me había adelantado en la
última subida, me seguía de cerca apretando también de lo lindo, lo que dio un
puntito de interés más a la llegada. Poco a poco iba apareciendo público a
medida que nos adentrábamos en el centro del pueblo. Al final ya se veía el
arco de meta, y yo iba apretando a tope, al límite que me permitían las
piernas. A falta de 100 m., con el pueblo totalmente volcado en la llegada de
los corredores y el speaker animando la llegada, mi compañero en el último Km
me tiró un sprint demoledor que me dejó seco;
no soy corredor de apretar en la meta, salvo que mi mejor marca está en
juego, así que mi primer instinto fue de resignación; pero en esta ocasión,
algo dentro de mi se abrió paso a gritos diciendo “no hemos sufrido 20 Km de infernales
cuestas para dejarnos vencer en la meta!!!” y pese a haber perdido la posición
por bastantes metros, mis piernas empezaron a responder al sprint con una
vitalidad que no había sentido nunca. Entre aplausos, gritos, palmas, etc.,
recuperé la posición con solvencia y crucé con dignidad la meta.
Tiempo
oficial: 1:36:08 (a 4:48 m/Km)
Puesto
de llegada: 60 (219 llegados a meta)
Tras
la meta, necesité unos segundos para recuperar el aliento después del palizón
de la carrera y sobretodo del esfuerzo final. Recorrimos la plaza donde daban
la bolsa del corredor y el avituallamiento, con agua, fruta, pastaelitos,
bebida isotónica, torrijas caseras... vamos, espectacular.
Me
reuní de nuevo con Andrés para comentar la carrera, y compartir un merecido
refrigerio después de la gesta.
En cuanto a la carrera, genial la organización y la
entrega de Siete Aguas con sus carreras populares. Da gusto ver cómo se vuelcan
con el atletismo popular. Eso sí, la carrera dura, dura, dura. Había que
regular mucho, y aún así, el sufrimiento es inevitable. Pero esa es la grandeza
que tiene. Además de las vistas espectaculares (que como siempre en estas
circunstancias no se puede apreciar al 100%) y sobretodo por lo histórico del
recorrido. Pese a todo, buena marca en uno de los terrenos que más me gustan:
rompepiernas. Totalmente recomendable. Habrá que repetir en otra ocasión