sábado, 17 de agosto de 2013

Gran Fondo de Siete Aguas (17-08-13)

“La etapa reina”. Después de varios años detrás de apuntarme al Gran Fondo de  Siete Aguas, por fin ha llegado el día de poder participar. Con todas las ganas e ilusiones de enfrentarme a esta dura prueba (sólo hay que ver el perfil de la altimetría...),  y sobretodo con la vista puesta en el Maratón, por fin iba a poder contar en 1ª persona la experiencia de esta clásica carrera. Pero claro, no todo iba a ser bueno: justamente la misma semana de la carrera, durante los últimos dos entrenamientos noté una molestia en el gemelo derecho (el que me da guerra de vez en cuando...), y he tenido que modificar los entrenamientos y suavizarlos para tratar de poder llegar a la carrera con garantías de terminar. En otras circunstancias debería haber abortado la misión, y dejado pasar la carrera, (al fin y al cabo, el año que viene podría correr, o al otro, o al otro...si no se va a acabar!); pero este año, con mi motivación e ilusión por las nubes, me resistí a conformarme con futuras participaciones. Después de varios días con geles anti inflamatorios, masajes, medias de compresión, etc. y tratando de conservar al máximo el gemelo, me dirigí a Siete Aguas con la intención de recoger el dorsal, ver el ambiente, trotar un poco para calentar, estirar bien y en ese momento decidir qué iba a hacer. La verdad es que no estaba para correr, ya que simplemente al andar ya notaba molestias. De hecho iba diciéndome a mi mismo: “pero...para qué vas?, si sabes que no estás para correr?. Si hubiese sido otro tipo de carrera, más corta y llana, igual...pero Siete Aguas???”. Con estos debates internos me planté allí, aparqué (bastante lejos por cierto, en un descampado a la entrada del pueblo), y me dirigí a por el dorsal. Gran ambiente de corredores y público, con todo el pueblo volcado con la carrera. Después de echar un vistazo por la zona de salida-meta, volví a recorrer el largo camino hasta el coche, ya mentalizándome para hacer la prueba de fuego. Una vez cambiado y preparado, volví de nuevo hasta el pueblo, esta vez trotando: la idea era calentar y valorar las posibilidades de terminar la carrera sin “romperme”. Tras unos minutos, trotando, en compañía de cientos de runners que invadían las calles del pueblo, conseguí encontrar una postura de zancada buena, sin apenas molestias, y que me levantó la moral de manera inmediata: parecía que al menos lo iba a poder intentar!. 2º Paso, estirar bien, y prepararme para la batalla. Por allí entre la multitud pude ver y saludar a Chema Martínez que también participaba en la carrera. Poco a poco, después de un largo calentamiento, llegó la hora, y la gran masa se situó en posición de salida, con un ambiente genial. La tarde acompañaba, ya que estaba el cielo nublado, con amenaza incluso de lluvia, y corría una ligera brisa. El recorrido constaba de una vuelta corta por las estrechas calles del pueblo y por las afueras, de unos 4,5 Km, para luego empezar una vuelta larga por las afueras y regresar al centro. La salida y los primeros Km's iban a ser masificados, pero hoy la idea era acabar, y a ser posible sin sufrir mucho, así que, me lo tomé con calma. A las 19:30 en punto se dio la salida, y con muchas dificultades (parones, empujones, algunos metros caminando, …), por fin echamos a correr. Nada más salir, giro a la derecha, y subida...ya empezamos!!. Al final de la cuesta bajada larga, y tras un falso llano por lo lindes del pueblo, un tramo con varias cuestas (sobretodo una...), que prácticamente había que subir andando debido al desnivel y a la aglomeración de gente. Bueno, poco a poco...una vez arriba, bajada pronunciada, y de nuevo subida pronunciada, unos 500 m. por una urbanización, por la cual había que volver a subir entorno al Km 12,5. Mi ritmo era bastante lento, para no forzar, pero mis sensaciones eran que la segunda vez que subiera iba a tener que subir andando...madre mía que pared! Con insistencia llegué hasta arriba, y ahora tocaba una larga bajada llena de público animando, para completar el primer paso por meta.  Mi ritmo era bastante lento, pero de momento el gemelo aguantaba que era lo más importante; a cada paso crecía mi motivación y mis esperanzas de terminar la carrera. Después del paso por meta, de nuevo subida, pero esta vez continuamos hacia las afueras del pueblo. Después de la interminable subida (casi 2 Km...) que casi acaba conmigo, en el punto más alto el avituallamiento con agua y geles energéticos, el cual coincidió con el momento en que me crucé con la cabeza de carrera que venía en sentido contrario, a una velocidad de vértigo (el 2º era Chema Martínez). Ahora tocaba bajada pronunciada, lo que me daba un poco de respiro al gemelo. Después de darle ánimos a mi compañero del CAB Rubén, que iba entre los primeros de la general, me concentré en bajar lo más cómodo posible para recuperar algo de fuerzas. Pese a la bajada, no lograba encontrar un ritmo cómodo y notaba como poco a poco  las fuerzas iban bajando, debido al desgaste de correr protegiendo el gemelo. Al final de la larga bajada, un giro de 180º, y de nuevo para arriba por el mismo camino. Ahora sí, la subida la hice totalmente justo de fuerzas, bastante tocado por el desgaste de tanta subida. De nuevo en el punto más alto, avituallamiento que me vino de perlas, y bajada contínua de 2 Km hasta el pueblo. A estas alturas ya había entrado en esa fase en la que corres totalmente por inercia, y da igual si vas en llano, subes o bajas; pones un ritmo contínuo y cansino, y hasta el final. Lo malo es que aún quedaba lo peor: las dos subidas por las que habíamos pasado en el Km 3 aproximadamente. Poco a poco íbamos entrando en el pueblo y la carretera empezaba a llenarse del color del público que animaba sin parar a los corredores. Ya en las calles de Siete Aguas, la multitud animaba sin parar, aplaudiendo, gritando y cantando consignas de ánimo a nuestro paso. Esto me dio un último impulso para afrontar los últimos repechitos. Poco a poco el desnivel iba aumentando, y las zapatillas empezaban a pegase al asfalto, hasta que llegamos a la subida a la urbanización por la que habíamos subido en la 1ª vuelta. Después de echar dos vistazos a la subida, me repetí a mí mismo varias veces “amigo, sabes que te vas a tener que parar y subir andando, verdad?”, así que dejé de mirar hacia arriba, y me concentré en animarme a mí mismo, tratando de motivarme con pensamientos e ideas positivas. Con bastante sufrimiento, pero sin dejar de dar zancadas, poco a poco llegué hasta la parte más alta, donde girábamos 180º y bajábamos por el mimo sitio (dios!!! qué gusto da bajar!!!). Ahora sí que ya lo tenía hecho, y pese a que aún me quedaba una última subida (ya no sé ni cuantas iban...), tenía fuerzas de sobra para atacarla, y lo más importante, la moral por las nubes ya que pese a las molestias en el gemelo, iba a poder terminar dignamente la carrera. Poco a poco se terminó la bajada y tocaba de nuevo subir; y pese a que la cuesta se las traía, más aún a esas alturas de la batalla, gracias al último punto de avituallamiento y a los ánimos que nos daban l@s chaval@s que daban el agua, se me hizo bastante llevadero. Sin darme cuenta estaba bajando, cruzando el Km 14, a uno sólo de meta, y por fin se me dibujó una sonrisa en la cara: después de tanto sufrimiento, esfuerzo, dudas, comeduras de cabeza, subidas y bajadas, ya estaba casi conseguido. Entramos de nuevo en el pueblo y bajamos por última vez la avenida llena de gente animando y gritando, y el sufrimiento desapareció, dando paso a la alegría y satisfacción de haber superado una durísima prueba. Último giro hacia la derecha, y al final de la larga recta (vallada al más puro estilo de las llegadas de la vuelta ciclista), la meta. Casi anocheciendo, empapado por el sudor y por el agua del último avituallamiento que me había vaciado entera por encima, crucé la meta consciente de haber terminado la carrera más dura de todas las que había hecho hasta ahora, y además, medio cojo: doble buen sabor de boca.
Tiempo oficial:  1:22:47
Tiempo real:  1:21:47   (a 5:25 m/Km)
Puesto de llegada:   1188  (1860 llegados a meta)
            Tras la meta, con mucha alegría, recorrí el largo circuito por las callejuelas del centro de Siete Aguas, el cual nos llevaba hasta la entrega del chip, entrega de la bolsa del corredor (camiseta técnica, bebida isotónica, agua, descuentos promocionales, cerveza...bastante bien, sí señor) y la zona de avituallamiento, con agua, coca cola y cerveza. Reto conseguido!!
            Gran carrera, gran ambiente, espectacular la gente animando, buena bolsa del corredor y sobretodo satisfacción, sería un buen titular para esta carrera. Eso sí, dura, dura, dura...pero eso también la hace especial. El tiempo era lo de menos, con terminar me valía, ya habrá oportunidad otro año de hacer buena marca. He de reconocer que tal vez haya sido “algo” inconsciente, imprudente o suicida por haber participado con el gemelo tocado (vamos, a punto de abrirse como un melón), pero necesitaba intentarlo, saber que ante la adversidad, por muy dura que sea una carrera y por mucho que se pueda sufrir, sé que voy a poder superarme a mí mismo. Esta era la mejor manera de empezar a preparar la maratón de Valencia. El año que viene, si no hay impedimento, volveré a Siete Aguas.